La razón del son de Raúl Rodríguez evidencia realidades en Etnosur
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Raúl Rodríguez provocó una noche para la historia de la música popular el pasado viernes 18 de julio, con la presentación mundial de su proyecto Razón de Son como concierto de producción propia de Etnosur, el gran escaparate andaluz de nuevas culturas y valores procedentes de todo el mundo, en Alcalá la Real (Jaén).
Cuando Cristobal Colón se fue a por tabaco sin saberlo, llegando a América en 1492, todavía faltaba un par de siglos para los comienzos evidentes del flamenco. Aquel contacto provoca muchas cosas, como que la mayor parte de músicas populares que se crean y evolucionan a ambas orillas del Atlántico, con posterioridad a la comunicación entre ambos continentes, están muy conectadas entre sí. El flamenco es uno de los ejemplos más claros, el protoflamenco ya era universal.
Raúl Rodríguez planteó en Etnosur un puchero de evidencias, creando nuevos conceptos originales, demostrando las conexiones que alimentan, en diferentes direcciones simultáneas, asuntos culturales desde hace siglos.
Lo dice el escultor Xavier de Torres a través de una pregunta: "¿El viento es de algún sitio?". Simplemente sucede, se mueve, va cambiando y evolucionando todo el tiempo. Como la música. Por eso Razón de Son es una música nueva, inédito camino para el que se marca el inicio pero nadie conoce su desarrollo en próximos tiempos. De momento está claro que parte desde un amplio conocimiento del pasado para construir conceptos de futuro.
Ese tres flamenco como instrumento central y protagonista de Razón de Son, construído con el luthier Andrés Domínguez entre madera de cedro y palosanto, cuerdas de laúd y sonanta flamenca, y planteamiento autodidacta ante lo que no existía. Es como cuando llegó el cajón peruano al flamenco, pero en más difícil, ya que no es la implantación en el flamenco de algo que ya existía en otro lugar, es algo más complejo. El tres flamenco sucede como híbrido entre el tres cubano y la guitarra flamenca, por lo cual, instrumento totalmente nuevo para el que Raúl se está inventando también el toque.
Otro gran asunto que aporta Raúl Rodríguez es la diversidad de posibilidades para los espectadores. Cosas a elegir: El público puede quedarse, si quiere, de forma despreocupada, con un bonito concierto de gran formato muy vendible. También se plantea la posibilidad de presenciarlo como quizás la conferencia didáctica más espectacular de la historia del flamenco, ya que en realidad todo ello, sin ser directamente evidente, tiene un planteamiento de conferencia espectáculo. Existe también una tercera vía, la más indicada: un show muy comercial y vendible de gran formato, del que al mismo tiempo se le puede extraer un contenido didáctico bastante más elevado de lo habitual en los conciertos para público masivo ¿Cuántas veces hemos visto que un concierto flamenco dirigido a una gran masa de público sea tan didáctico y explicativo para quien así quiera o pueda entenderlo? Raúl lo hace, estableciendo conexiones, creando redes sociales humanas y musicales, uniendo coordenadas para que su sistema de navegación indique cómo llegar al futuro partiendo desde cosas que se hicieron en el pasado.
Sucedió en Etnosur, oasis de Melguizo, con una noche para la que la banda base de Raúl (batería de Aleix Tobías, bajo de Guillem Aguilar y guitarra de Mario Mas) creció incorporando la sublime percusión ibérica de Coetus, y la elegante danza de Kata Kanona, formando entre todos un gran conjunto al que en diferentes momentos se unieron Martirio y Alexis Díaz Pimienta.
Hay razones para que Razón de Son sea el primer tema del repertorio, mostrando de qué va el asunto a partir de ese instante, a través del cubano punto guajiro que navega por bulerías y ciertos retales entre el mundo de las flamencas cantiñas, eso tiene su punto flamenco. El malecón habanero más allá de la gaditana Caleta refleja el origen negro y africano de cosas, como al mismo tiempo se mostraba a gran tamaño en escena, al fondo, a través de la proyección de conceptos planteados por el gran ser humano Jesús Cosano.
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En ocasiones, hay seres humanos que proclaman a la soleá como madre del cante. Es evidente que la soleá es uno de los cantes con más carácter flamenco, eso está claro, pero quizás sucede porque es un cante muy "moderno" comparado con la historia del flamenco en general ¿Y si la soleá resulta tan flamenca porque al ser más reciente ha podido crearse uniendo los mejores ingredientes? Quizás la soleá es grande no por antigua, sino por bien elaborada. Hace ya cuatro siglos, es decir, retrocedamos en el tiempo a un instante muy anterior a la creación del cante por soleá, en centroamérica se realizaba un fandango con evidentes semejanzas armónicas con la soleá. Pero que la palabra fandango no nos provoque jaleos mentales, poco parecido con lo que hoy en el flamenco denominamos fandango, aquello se llamaba fandango por su festiva esencia... Quedémonos con asuntos esenciales ¿La armonía de la soleá está relacionada con el otro lado del Atlántico? Es más que posible. Este fandango indiano que hace Raúl también recuerda, al mismo tiempo, a un asunto esencial de la música venezolana, ese joropo que tan bien se emparenta con el flamenco jaleo... La música es del mundo, obvio.
En cierto momento de la historia, un porcentaje importante de la población sevillana fue de negros. Esos negros que al llegar a La Habana fueron denominados como Curros, muy identificables, con su propio caminar por las calles del Manglar, al lado de donde la negra Amalia conseguía posibilidades para huir hacia Haití a esclavos que quisieran escaparse. No se sabe sobre los negros curros tanto como quisiéramos, pero conocemos lo suficiente para saber que ellos son fundamentales en el movimiento de asuntos musicales entre diferentes orillas. Sobre estos seres humanos con zarcillos de menguante luna adornando las orejas que dejaban ver sus rastas, Raúl Rodríguez consigue quizás el prodigio más original de Razón de Son, la creación de la sonería, cosas para el futuro imaginando cómo podría ser un sonido del pasado. Hasta cierto punto rock a lo Elvis tiene el asunto.
Resulta ser la caña en Raúl Rodríguez un ejercicio de deconstrucción y reconstrucción, calculando que bien le cabe a sonidos de diferentes lugares esa caña del protoflamenco, la niña de los veinte novios. Dando muchas cosas para pensar... Quizás Raúl esté reconstruyendo cosas que difícilmente hubieran podido escuchar las generaciones más recientes. Un concepto más paralelo al fandango indiano de lo que puede parecer a simple vista, entre ambos dan muchas pistas sobre cómo pudo ser aquel protoflamenco universal. Como el concierto, en sus múltiples lecturas posibles, también tenía un importante factor explicativo, en plan masiva conferencia del flamenco que va a lo práctico directamente, más allá de lo teórico, las cosas iban despejándose por capas... En el comienzo del tema, el ser humano Mario Más acercaba las falsetas de su sonanta al concepto de soleá. Mario, grande, derrochando arte con la misma tranquilidad y naturalidad de quien está viendo un documental sobre las costumbres de la nutria a la hora de la siesta. A partir de ahí, viaje desde el presente hacia el pasado con la dulce caña…
Grosso modo, es como si te mostraran la foto de una plaza de una ciudad hace tres siglos. Donde entonces había casas bajas ahora hay edificios más altos. Habrá quien diga que esa no es la plaza, porque no coinciden la mitad de edificios con la situación actual, le faltan dos árboles que tiene en el presente, y además aparece de repente una fuente de agua en el sitio en el que ahora hay una sucursal bancaria. Pero sigue siendo el mismo espacio de la misma ciudad. Para que hoy sea así esa plaza, antes tuvo que ser como se muestra en esa fotografía ¿Y si te muestran una fotografía sobre cómo puede ser esa plaza dentro de un siglo? También sería algo interesante ¿Y si se superpone en el presente la fotografía del futuro con la del pasado? Algo así es lo que Raúl Rodríguez plantea en sus conceptos desde su tres flamenco.
Paralelismos, del mismo modo que la improvisación siempre ha existido en el flamenco, también sucede en la música popular cubana. Raúl soñó en cierta ocasión estar situado en un escenario con un repentista para crear cosas en el momento. Esta noche sucedió con el genial Alexis Díaz Pimienta, diálogos interesantes entre el tres flamenco y el tiempo de instantáneas décimas sucediendo...
Todo gran argumento siempre resulta más interesante si se muestra con bellas metáforas. Más grandioso aún es cuando la metáfora que se muestra resulta ser al mismo tiempo algo literal. Sucedió en un son jarocho en escena como petenera madre veracruzana, evidenciando que en el flamenco, más que idas y vueltas, en realidad siempre hubo y habrá constante intercambio de cosas entre continentes. Conceptos inclusivos: la representación metafórica del traspaso de conocimientos entre generaciones, fue al mismo tiempo la propia metáfora hecha realidad, en directo, con miles de testigos. Aparición de Martirio en escena para aportar sabiduría a la presentación de su hijo. Impresionante.
Esa Martirio como concepto maternal, de manera similar y paralela a Carmen Linares, esas señoras que son madres de hijos propios y también madres de adoptivos herederos de cosas. Pero no de esas madres vigilantes que imponen asuntos por determinación, son de esas madres que cuidan y controlan desde un segundo plano, mostrando caminos acertados, ofreciendo libertad para la creación y desarrollo de mundos artísticos heredados pero totalmente propios.
Cante fundamental y personal de Martirio por trilla para ir derivando hacia el fandango, viajando posteriormente al sentimiento de Chavela, gran chamana, a través de La Sandunga acercándose a la bulería. Una interpretación de La Sandunga totalmente diferente, al mismo tiempo que complementaria, a la perspectiva desnuda que madre e hijo ofrecen en su gira y álbum De Un Mundo Raro. Tema con destacados arreglos solistas, como el momento del bajista Guillem Aguilar y la virtuosa flauta de Xavi Lozano de Coetus.
Otra sonería sonaría para Kiko, Veneno, razones obvias que todos entenderán cuando se escuche en el disco. A él fue explicitamente dedicado este momento. Muchos espectadores de Etnosur ya sabrán la razón, por lógica.
Supuestamente finalizando el concierto, llegó la blueslería, encuentro del negro blues con una negra bulería. Claro, Raúl ha crecido escuchando aquel asunto Pata Negra que muy vinculado estuvo a su folclórica madre. Evidenciando que bien le caben al blues por bulería esos versos medidos por sevillanas, sevillanas que a su vez tienen su castellana seguidilla madre, versos impares heptasílabos y pares pentasílabos. Es lo mejor de la música, cómo se pueden encontrar conceptos y aportaciones en común en asuntos superficialmente diferentes. Del mismo modo que Raúl evidenció que bien le cabe a un blues flamenco la seguidilla manchega, alcarreña es la seguidilla que al día siguiente mostraron con arte Los Hermanos Cubero en otro escenario del festival, en su caso a través del bluegrass, ese sonido que es tan primo del country como del negro blues. Sí, en el concierto de Los Hermanos Cubero también hubo protoflamenco. Coincidencias: que negros y de africanos ancestros resultan asuntos relevantes de los orígenes flamencos.
Después del final "oficial", llegaron los bises, reversionando Semilla Negra de los hermanos Auserón. En el trigésimo aniversario de un tema donde resulta evidente cómo Santiago ya investigaba conexiones entre la música española y los sonidos negros. La noche finalizó lebrijana, Martirio cantando sevillanas corraleras con el baile de Kata Kanona, y la ovación de miles de personas en una noche que ya es mito e historia, el origen de una Razón de Son que va a dar para mucho. Con arte. Como dice ese fandango indiano: Cuanto más se navega, más grande es el mar...
Por Jaci González (facebook.com/jacigonzalez)
Fotos: Sitoh Ortega (sitoh.es)