¿Por qué tanto cateto intentando parecer ser otra cosa?
- Publicado en Las Cosas
Sucede como mínimo una vez por semana. Llegan a este medio flamenco notas de prensa, carteles, y demás elementos de venta de motos, en los que la moto a vender, sea un festival, un espectáculo, o un artista, en ocasiones tiene algo tróspido. Así al menos una vez por semana, alguna moto que intenta mostrarse como algo sofisticado, pero en realidad amplifica más aún el real catetismo que intenta esconderse. El flamenco es algo más sofisticado y culturalmente denso de lo que muchos creen incluso dentro del ámbito profesional, y por eso son pocos los que trascienden con el tiempo, aunque muchos sean quienes lo intentan.
Se multiplican los casos flamencos paralelos de cosas que intentan parecer sofisticadas, pero mientras más lo intentan, más redundante resulta el catetismo que intenta ocultarse. Lo veo en seres humanos que bailan cosas, que cantan cosas. En todos esos casos cada vez más, continuamente, en un no parar. A ver, la intención es importante, pero dejar de hacer el cateto no es una actitud, no puede solucionarse mágicamente en un solo día, no lo soluciona solamente la intención, ni es algo que se compra en ningún sitio. Es una cuestión de cultura general, es una cuestión de conocer terrenos, el mundo no se conoce en un día o en un año. Ni siquiera viajar mucho lo soluciona, ni siquiera tener euros es el remedio. Gente que va a Londres, a Los Ángeles o a Nueva York a cantar y bailar cosas para dar imagen de que no son catetos, y lo que hacen es mostrar más grande su inmenso catetismo creciente. No, conocer el mundo, tener un mínimo nivel cultural ante las cosas, es algo que se hace leyendo libros, viendo películas, estudiando cosas, analizando conceptos, y ni siquiera puede o debe ser una intención remediar el catetismo, porque es muy cateto el mismo hecho de intentar no parecer cateto. Se es cateto o no se es cateto, se está preparado para ciertas cosas o no. No es una cosa que se soluciona mágicamente en un día, un mes o un año.
Conozco a mucha gente que teniendo sus pasaportes bastante gastados, en realidad nunca han salido de su casa. Es algo muy típico del flamenco: artistas que salen de casa para ganar unos euros y que el mundo les conozca, pero no para conocer ellos el mundo. Eso además de cateto, es egocéntrico, lo cual además suele ser una característica habitual en el catetismo flamenco, el egocentrismo. Luego todos a intentar ser como Enrique Morente o Antonio Gades. A ver si es que Enrique y Gades, ante todo, salían de su casa para conocer el mundo y, luego ya de paso, que el mundo les conozca. No puedes cantar decentemente la obra de un poeta si no comprendes el paradigma de su obra y existencia. Como mucho, puedes ofrecer una voz bonita a unos versos en una interpretación, interpretación que podrá ser aplaudida solamente por el hecho de interpretarlos con voz bonita, pero no va a trascender a más porque no puedes transmitir para la posteridad aquello que desconoces. Por eso, en el flamenco, quizás existe quien ha cantado versos de Lorca más bonito que Enrique Morente, pero nadie ha cantado a Lorca mejor que Enrique, y por eso su cante flamenco sobre versos de Lorca es el que más trasciende, por concepto, más allá aún de lo bonita que resulte una voz y su acompañamiento. En este país se suele proclamar muchas veces como personajes culturales relevantes a voces que resultan bonitas solamente porque resultan bonitas. "Que sentimiento en la interpretación, le añade otra dimensión" y cosas así. La mayoría de esos casos de ese tipo, ni sentimiento ni leches: Muchas veces se trata de gente que tiene una voz bonita y por eso suena bonito lo que cantan, incluso llegan a transmitir algo bonito y especial al público, pero ni ellos mismos saben qué están cantando y por qué. Fue aprenderse una cosa de memoria y ya. Eso cuando no está apuntada la letra en un folio pegado al escenario o al atril en un estudio de grabación. Hasta cambian elementos fundamentales de la letra, sobre todo si se encuentran por el camino alguna palabra cuyo significado desconozcan, haciendo así que todos los versos dejen de tener sentido. Cuántas veces hemos visto eso y nos hemos quedado callados por no caer mal. Pero es una gran verdad muy evidente. Sobre todo cuando se coge un tema popular del pop, el rock, algún tema famoso de algún cantautor, para hacer una versión flamenca, y se rompe un argumento literario para plantar en medio, o rematando, alguna estrofa que resulte efectista. En plan "ahora le metemos esta letra de otra cosa, y pega arriba un subidón". La de veces que he visto cosas de esas. Claro, se va el argumento al carajo, y la versión, después de tres o cuatro años de aplausos, al olvido por perpetrar catetismos muy por encima de las posibilidades reales, cuando la coherencia aplasta al efectismo con el tiempo.
No puedes montar dignamente un espectáculo que consista en bailar argumentando sobre un hecho histórico y/o cultural del pasado si tu propio conocimiento en cultura general no puede situar en contexto ese argumento, vas a hacer una astracanada, que será muy aplaudida porque habrá un paréntesis de diez minutos donde vas a bailar esa seguiriya, esas alegrías o esa soleá que siempre te aplauden y siempre funciona, y vas a encajar ese baile con calzador ahí para que te aplaudan. Para eso has hecho pasar un suplicio tremendamente coñazo tanto a tu propia persona como al público. A tu persona por intentar ser sobre un escenario lo que no eres, y al público por hacerle tragar una cosa así. Parte del público porque es tan cateto como tú y se pone en sintonía con el postureo que ven en el escenario, porque de postureo han llegado al patio de butacas, no son conscientes de que lo que sucede en el escenario también es postureo, se forma una orgía de postureo entre artista y público, en dos direcciones, ese sector del público se aburre pero disimula, luego aplaudirán y dirán que fue maravilloso. Otra parte del público, en paralelo, resistirá silenciosamente con una idea en la cabeza: "mira, haz ya de una maldita vez lo que quiero ver de ti y que acabe esta mierda cuanto antes". A ver si nos damos cuenta ya que no cuela, que por alguna razón Enrique Morente fue y será Enrique Morente, por alguna razón Antonio Gades fue y será Antonio Gades.
Es mejor resultar abiertamente, genuínamente cateto que montarse ínfulas de cosas. Que ser cateto no es un delito, se puede ser catetazo y bailar y cantar cosas muy apañado, no pasa nada. Claro, luego es obvio que en otro orden de cosas, en un estado de cosas artísticas más evolucionado, en un paradigma de cierto nivel conceptual y cultural, hubiera artistas como Enrique Morente o Antonio Gades, por supuesto. Todo tiene una lógica, una coherencia. Morente o Gades no llegaron a ser lo que serán para siempre por ser más listos, fue por ser más inteligentes. No es lo mismo ser listo que ser inteligente. Tengan respeto al flamenco, intenten ser más inteligentes que listos. Es posible, hay gente que pudo hacerlo.
Por Jaci González
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