Diego Magallanes y su genialidad única
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Diego Magallanes, artista de la calle San Roque en el Barrio de Santa María de Cádiz, es una gran referencia aún desconocida por el gran público, siendo el cerebro musical de algunos de los principales proyectos musicales españoles en lo que llevamos del siglo veintiuno.
Aire, no me quites el aire... Eso, a todo volumen, para comenzar bien la mañana. Pasar un día entero sonando constantemente en la cabeza las alegrías de esas botitas que tienen, tienen, tienen, tienen magia. Escuchar diez veces seguidas unas bulerías con acordeón ¿Por qué no cantar por la calle en una entretenida madrugada la de Ganosa? Y May te busco pero te encuentro siempre en Albacete, como los miguelitos. El máximo absoluto de soniquete entre armonía gaditana residiendo en la Casa Las Lozas, alto voltaje en colores y sonidos que vuelan hacia el secreto lugar donde van las mariposas, esas que se posan en nuestras vidas. De repente un sonido recuerda a Gamaza, El Moderno. El mundo tan enorme y chiquitito por bulerías, un gorrión que sale a volar, la luna tiene un sentío que yo le quiero quitar, lo que daría este cielo por no perder esa luna...
Sí, ahora es cuando con casi toda probabilidad digas ¿Pero qué me estás contando? Son los grandes éxitos de Diego Magallanes, que a su vez son base y referencia para parte importante de los grandes éxitos del flamenco y sus terrenos periféricos en los últimos quince años, concretamente la mayoría de los grandes éxitos. Pero no busquen ese repertorio: la mayoría no está a la venta, ni en streaming, no está disponible para el público, aún continúa en el anonimato, como gran verdad oculta pero muy latente. Son los grandes éxitos desconocidos en los que se basan muchos de los grandes éxitos en la industria musical española actual. Diego Magallanes es el ser humano versatil que va entre la seguiriya y el reggae, el pasodoble y el pop, pero siempre siendo aplastantemente evidente su estilo propio, imposible de imitar en su totalidad.
Antes de saber que mi futuro estaba en ciertas cosas, siempre me interesé mucho por los libretos que acompañan a los CDs. Recuerden, ese objeto redondo que con lógica se va perdiendo en el tiempo, pero por desgracia también se pierden con ellos aquellos libretos donde es posible conocer quién ha hecho esos arreglos tan maravillosos en esa canción tan especial, cuál fue el bajista en ese otro tema, ese tipo de cosas. Empecé a ser más fan de arreglistas, productores y músicos de estudio y directo que de los seres humanos que suelen aparecer en las fotos de las portadas de los discos. Que también tienen su mérito los que salen en la portada, por supuesto, pero también resulta tan fundamental como desconocido por el gran público lo que aportan todos aquellos que rodean a "los artistas".
Y ahora, unos versos de Antonio Machado:
Sabe esperar, aguarda que la marea fluya
- así en la costa un barco - sin que al partir te inquiete.
Todo lo que aguarda sabe que la victoria es suya;
porque la vida es larga y el arte es un juguete.
Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.
Después de este paréntesis machadiano, he de reconocer que siempre me descoloca la timidez de Diego Magallanes. Esa costumbre que tiene en esconder su existencia en vez de proclamarla, ni tan siquiera un término medio equilibrado y razonable, es más de esperar a ver si el tiempo por sí mismo llega a su existencia. Aunque hay que entender que incluso tiene razón en su actitud, forma parte de su sabiduría, que es mucha, infinitamente más de la que aparenta. Pero claro, estamos en un país peculiar, España, ese país en el que el talento difícilmente se valora, y cuando se valora, suele ser para ser exprimido a cambio de migajas o nada. Aún así, él sigue ahí, le cuesta proclamarse, le resulta difícil hacer un "aquí estoy yo". Quizás porque sabe que el tiempo es larga. Si él se tomara en serio un "aquí estoy yo", que cantidad de asuntos estarían en evidencia en diferentes frentes.
Ese es Diego Magallanes, el artista que estuvo detrás del disco con el que José Mercé volvió a ser superventas, el director de aquella mítica noche en el Teatro Real con Mercé a través de sus conceptos, quien diseñó aquel disco de Ángel Pastor que nunca fue vendedor pero hoy es de culto conceptual en arreglos y cosas, el ser humano del piano tan especial en aquel mítico tema con María Jiménez por José Alfredo, las teclas por alegrías entre la luna y el mar con viento de Levantito, los increíbles conceptos flamencos con Pansequito, el protagonista de aquella gran noche en El Pelícano de Faly con Samarita, el mismo ser humano actualmente imitado hasta por quienes no imaginan que existe, la misma persona que tiene multitud de fans que ni siquiera saben su nombre.
Diego Magallanes, el que cuida cada detalle hasta el punto que sus maquetas caseras suelen sonar mejor y estar más elaboradas que la mayoría de discos que actualmente se realizan en este país. De hecho, casi siempre me gustan más sus temas en versión maqueta que cuando finalmente algunos son grabados para algún disco de cualquier artista. Que suerte tengo, parte de su repertorio es de autoría conjunta conmigo.
Diego Magallanes es como si, andando por las calles de un pueblo, pasas por la puerta de una casa, una casa más entre tantas, pero esa gente que pasa por la calle no imaginaría la magnitud de arte arquitectónico de la catedral que se descubre al abrir la puerta de esa casa. Está ahí, los arquitectos sí lo saben, acuden a asomarse por una rendija, algún hueco que permita ver el interior de la catedral, conseguir tener buenas referencias para construir sus propias catedrales que se le parezcan, y por supuesto, que la primera apariencia sea bien visible desde la calle, que parezca original, aunque la catedral original a simple vista y desde fuera no parezca ni ser una catedral. En ocasiones, hasta se contrata como albañil o mozo de obra para las catedrales sucedáneas al arquitecto creador de la catedral original. Claro, la gente que anda por la calle no imagina que muchas de esas catedrales que tanto admiran son imitaciones sucedáneas, copias de la arquitectura que se contempla si se abre la puerta de aquello que desde la calle parece una simple casa más. Pero en realidad, eso incluso importa menos de lo que parece ¿Para qué el ego, para qué la fama? Afortunado el que sabe que antes está ser persona que ser artista. Diego Magallanes es de esos que son más grandes aún como persona que como artista. En el año 2500 todas esas catedrales de esta fábula, la catedral original y las copias, ya se habrán perdido en el tiempo de todos modos, y todos estaremos más calvos que ahora. Es más importante que todo eso ser persona humana aquí y ahora mismo. Dormir tranquilamente con la conciencia muy tranquila no está a la venta, no se puede comprar. Vuelvo a recordar versos de Machado: "Todo lo que aguarda sabe que la victoria es suya; porque la vida es larga y el arte es un juguete". Mientras tanto, les recomiendo adelantarse al tiempo, descubrir los mundos de Diego Magallanes. Aunque no sea fácil encontrar esos mundos, a veces lo más interesante reside escondido tímidamente entre el ruido.
Por Jaci González