Jesús Fernández, ser humano flamenco de Cádiz por el mundo
- Publicado en El Patio
Lo mejor que puede tener un artista es tener carácter propio. Es el caso de Jesús Fernández, ser humano flamenco de Cádiz por el mundo, que recibe por méritos propios las ovaciones del público la mayor parte de noches del año, baile flamenco que puede ser un día en Barcelona y al siguiente escala en un teatro de Oslo para llegar a Tokio. Siempre tiene cosas interesantes que contar...
Por Jaci González / @JaciGonzalez facebook.com/jacigonzalez
Fotos: Pacolega
A ver, ser humano
Ser humano del mundo
Cuando empiezas a bailar con Pili Ogalla, Pepín Muñoz y toda esa gente, eras un enano de cinco o seis años ¿Cómo te dio por empezar tan pronto?
Yo creo que fue más bien cosa de mi madre, fijate. Pienso que de niño ya me vería venir, me gustaba mucho una fiesta. Mi madre siempre me ha llevado a festivales, siempre en relación con las peñas de Cádiz, los ciclos de flamenco, entonces ella siempre me llevaba a esas cosas. Me vería bailoteando de pequeñito, y ella decidió por su cuenta apuntarme al baile. De ahí me salió la vocación, de pequeñito. Una vez que me apuntó, me encantó, y fui creciendo. Aprender de todo lo que se pudiera aprender en Cádiz en aquel momento, que eran muchas escuelas.
Siendo aún bastante joven, de repente viajar a Nueva York, pasar un año en Tokio ¿Cómo te encuentras de repente en esas circunstancias?
Fue una batalla campal. Es muy curioso, porque yo era pequeñito, no había salido de Cádiz, un poco por la provincia. Mi primer viaje gordo fue a Nueva York, salí de Cádiz y me fui a Nueva York, no había pisado ni tan siquiera Madrid por aquel entonces, ni muchas cosas. Con el cantaor Silverio Heredia, por salas, haciendo perfomances, impartí cursos. A la vuelta pasé por Madrid, hice una cosita con Manuel Morao en Jerez, y al poco tiempo me salió lo de irme a Japón. Fue un shock, me impactó la cultura de ellos. Una experiencia enriquecedora, a nivel de trabajo. A nivel personal no tan enriquecedora, pero a nivel artístico mucho.
¿Aprendiste a hablar en japonés?
Cinco palabras, de ahí no me saques.
Lo necesario
Lo justo, saber decir “estate quieta ahí ya”.
Saber decir eso viene muy bien luego en verano, cuando estás en La Caleta, en Cádiz
Luego vuelves a La Caleta y te tiras todo el día sentado en la silla de tu madre, sin poderte mover.
¿Cómo explicarías a los seres humanos las diferentes escenas únicas y típicas de cualquier día de verano en La Caleta?
Uy, hay muchas. La Caleta tiene un arte descomunal en todos los sentidos. Desde la señora que va con su silla, su sombrilla, su mesa, sus fichas de parchís, su juego de la oca, y con el nieto, siempre. Eso por supuesto, con el nieto y el amigo del nieto. Esa es la típica. Las escenas, eso es como un tebeo en arte cien por cien revoluciones. Mi barrio y Cádiz es lo que me llena el alma, cuando voy a Cádiz… Que me gustaría ir más de lo que puedo ir, afortunadamente tengo trabajo, cuando estoy allí me encanta disfrutar de mi gente, de mi tierra, La Viña, Casa Manteca, todo es arte desde que te levantas hasta que te acuestas.
Además eres profeta en tu tierra. Me acuerdo, hace ya unos años, que me quedé unos días en un piso por San Francisco. Cuando me levantaba por la mañana, abría la ventana, y no podía ver la calle, que me la tapaba una foto gigante de Jesús Fernández
¡Digo! Jajaja Eso fue una exposición que se hizo, fotos de artistas de Cádiz. Tuve el placer de participar, y eso, me pusieron una fotografía en medio de la calle San Francisco. El cartel era más grande que yo, con eso te lo digo “tó”.
Entre tantas idas y venidas ¿Cuántos pasaportes has gastado ya?
Pues unos cuantos. Si cuento los que he perdido, y los que llevo, van unos cuantos.
Porque no solamente están esos viajes que decíamos antes, a Nueva York y Tokio, después hubo muchas más cosas. Por ejemplo, con Rafaela Carrasco…
Con Rafaela tuve la suerte de que contara conmigo en una producción neoyorquina, le encargaron una versión de El Burlador de Sevilla, y Rafaela contó conmigo. Estuvimos haciendo una temporada de casi un mes en el Joyce. La verdad que muy bien, con unos compañeros maravillosos, como Daniel Doña, Ana Arroyo, que vamos, me lo pasé en grande. Compartiendo escenario con bichos de la danza como ellos.
Has hecho también muchas cosas por mundos varios con Marco Flores
He hecho cositas. Marco, para mí, aparte de que le tengo una admiración enorme, es un amigo muy personal mío. Solo tengo buenas palabras para Marco…
El Niño de Arcos
De Arcos, de Arcos de la Frontera y sus cuestas. Que son chiquititas las cuestas…
Marco está “sembrao”
Marco tiene “age”, Marco tiene mucho “age”
¿Cómo fue decidirse por hacer de la caña uno de tus bailes principales? ¿Una mañana que te levantaste y te dio por ahí o algo?
Pues tampoco fue un objetivo. La caña surgió, no tenía ninguna historia para desarrollar la caña. Se ha ido desarrollando según la iba trillando por diferentes escenarios, es un baile con el que me identifico, cada día me siento más cómodo en ese palo. Me gusta mucho el registro que tiene la caña, me identifico mucho con ella. Y eso dicen, que es mi palo. A ver, no me quejo, ahí andamos.
¿Cuándo vamos a escribir a Cuarto Milenio para decirles que en ocasiones vemos puertas tiradas por los suelos?
¡Cuarto Milenio! A mi me tienen que llevar, pero no solo un programa… ¡Yo me puedo hacer la temporada entera! Hago un muestrario de puertas que lo vendo todo.
Vamos, que ni en IKEA
Nada, nada. Me encanta una puerta. Me han puesto algunas, unas grandes y otras pequeñas.
Hay puertas de todos los tamaños
Fatiguitas. Pero bueno, una experiencia que se queda en mi trayectoria. Al fin y al cabo, de todo sacas luego el punto positivo. Es una cosa que por aquel entonces no fue nada agradable lo que se creó. Pero hoy por hoy, lo pienso, y que me quiten lo bailado.
Si hay que quitar lo bailado, hay que quitar mucho entonces
Claro, y sobre todo esa puerta, que era muy chica y yo no entraba.
¿Qué es el flamenco?
El flamenco, es un tópico decirlo, pero es una forma de vida, una cadena de muchos sentimientos. Una vocación tremenda desde niño, que tu trabajo lo llevas a lo personal, y ya ni lo consideras tu trabajo, es una forma de ser tuyo. Cada uno con el respeto que le tenga, pero para mi es una forma de vivir. Entra en el trabajo, por supuesto, pero me aporta muchas más cosas que trabajo, también en lo personal. Es mucho, no se puede resumir en cuatro palabritas. Es imposible.
O quizás es que no existen ni siquiera las palabras para resumirlo
Igual no existen, tan solo con un silencio ahí se queda…
¿Qué supone en la trayectoria de Jesús Fernández el escenario de Corral de la Morería?
Corral de la Morería es un código de barras que tengo en mi trayectoria, a mucha honra, porque Corral de la Morería es de las primeras empresas que apostó de mi, cuando llegué a Madrid. Llevo trabajando aquí casi siete años, me ha abierto muchas puertas, muy agradecido a Blanca, Juan Manuel, Armando… Por contar con mi presencia en el escenario. A Corral de la Morería le hago un guiñito personal para toda mi vida.
¿Qué es el tiempo?
Muchos minutos y muchos segundos, hay que disfrutar de ellos, y aprendiendo, sabiendo escuchar, que es importante
Un sueño de Jesús Fernández
No soy persona de tener muchos sueños o ambiciones. Me suelo marcar retos pequeñitos que estén a mi disposición, y esa es mi disciplina, seguir trabajando como lo sigo haciendo hoy por hoy, que no me falte. Mi sueño, poder seguir viviendo y trabajando de lo que me gusta. Eso es un sueño que hoy en día estoy cumpliendo.
¿Qué pensó tu madre el día que descubrió que va tatuada en un brazo de su hijo, y además en versión geisha?
Jajaja. Mi madre no es muy amante de los tatuajes. Cuando me vio entrar en casa… Yo se lo vendí en plan “pero mira mamá, eres tú la de la foto”. Claro, ella se reconoció, y dijo “¿pero estoy un poco rara, no?”. Entonces le dije que sale de geisha, y me dijo “¿eso no es prostituta, niño?”, y le conté que las geishas tienen clase. De arte, claro, le puse una flor, una rama en el pelo, imagínate la mujer.
Jesús Fernández protagoniza este mes de septiembre de 2013 la programación del madrileño Corral de la Morería, tablao flamenco más famoso del mundo. Después de compartir la primera semana el escenario con Belén López, actúa del 9 al 15 con Almudena Serrano y del 16 al 30 con Anabel Moreno, todos los días a las 21:00 y 22:55.