Encarna Anillo abrió Las Puertas de Gades en Madrid
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Encarna Anillo estrenó Las Puertas de Gades en la tercera edición del festival Flamenco Madrid el pasado 30 de Mayo, en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa de la capital española. La cantaora gaditana cautivó al público con su nuevo proyecto y abrió las puertas hacia un panorama fundamental, tanto para su carrera artística como para el flamenco.
El corazón de un artista se siente en la expresión de sus vivencias. Quien no vive, quien no busca, quien no investiga ¿Qué es lo que expresa? Siete años de viajes y experiencias en Latinoamérica enriquecieron el corazón de una cantaora que ya gozaba de sus raíces en la tradición y en la madurez de su carrera, de la misma manera que en las distintas corrientes culturales del mundo, enriquecieron la ida y la vuelta de los barcos que nutrieron la cultura de una tierra milenaria.
Por esas puertas del cante salió la Gades, con “la energía que mueve a la ciudad más antigua de occidente, Cádiz, puerta del mundo, puerto de las culturas, madre de la Pepa y cuna de tantos cantes”, como indica la presentación de su primer proyecto en solitario.
Por una puerta salieron los cantes de Cádiz, la tradición, el reflejo de Juana del Revuelo, la señoría de La Perla de Cádiz, los colores de Manolo Vargas. Por otra puerta entraron las raíces de Atahualpa Yupanqui, el vals peruano, la poesía de Pablo Neruda y la profundidad de la cordillera de los Andes, armonizada con exquisita guitarra de Pituquete.
No había manera más acertada y genuina de expresar el verdadero motor del cante para una mujer que nació entre las puertas de mar y de tierra y que ahora vive entre las puertas del mundo. Encarna Anillo volvió a mover el agua y el viento que empujaron los barcos desde tantos países y, muy lejos de quedarse con Cuba, no se olvidó de aquellos puertos tan importantes como el de Valparaíso o el de Perú.
Por primera vez, gozamos de un repertorio refrescante para el flamenco, que recupera el eslabón perdido entre la cultura andaluza y las voces culturales indígenas de Latinoamérica. La cordillera se hermana con el mar de Cádiz a través de la melodías y sus paisajes.
Sobre el característico compás gaditano, enarbolado por la percusión de Roberto Jaén y las palmas de Jorge Bautista y David Gavira, las cuerdas de la guitarra de Pituquete musicalizaron junto a las teclas de Melchor Borja, quien además se ocupó de la segunda guitarra en el vals y de sus cantes y patadas por bulerías en el fin de fiesta.
La cantaora abrió el espectáculo con unas alegrías tituladas con el mismo nombre de su nuevo proyecto, Las Puertas de Gades, su segundo single para el proyecto, producido por Farruquito. La letra y música están compuestas por Pituquete, con un color actual e inconfundiblemente gaditano.
La tradición de Cádiz continúa hacia la segunda pieza, pero abriendo sus puertas a la creación. Sólo con sensibilidad y conocimiento se pueden adaptar las malagueña del Mellizo entre las octavas de un piano. Así lo logró la cantaora de la mano de Melchor Borja y la emoción del público.
El mar de Latinoamérica se fundió entre los aires de Cádiz con la misma fuerza con que Atahualpa vibró en las cuerdas y corazón sensible de La Gades. El sello más profundo del folklore argentino inundó la sala con la milonga A Que le Llaman Distancia y la canción El Árbol Que Tu Olvidaste.
Con este respiro, el repertorio comenzaba a pendular en un equilibrio perfecto, dando apertura a otra de las puertas inconfundibles de la tradición gaditana, que se gesta con las influencias del mundo: Sonaba entonces la canción tradicional latinoamericana, que en su momento adaptó Adela la Chaqueta y que ya tenemos naturalizada como tradición del flamenco. “Voy a perder la cabeza por tu amor...”, recitaba el cuplé que toma forma con el primer single de este nuevo proyecto de la cantaora, titulado bajo el nombre “Eres Agua”, también producido por Farruquito y publicado en AIREFLAMENCO.com, donde ya son más de 300.000 personas las que han visto y escuchado ya algunos de los singles lanzados de Las Puertas de Gades.
La noche siguió por tangos con un homenaje especial para Juana del Revuelo, espejo sevillano donde Encarna Anillo se mira por su autenticidad y simplicidad de vivir el arte, recordando vivencias y escenarios que compartía con la gran artista en sus años de carrera por esa ciudad andaluza. La cantaora gaditana no puede resistir sus raíces bailaoras entre cada letra.
El respiro del cante y del espectáculo lo regaló Pituquete, brindando el color de su tierra, de la cordillera y de su música tan expresiva como acertada. Sonó una guitarra tan capaz de soltarse con personalidad y libertad, como de ceñirse a la exclusividad de los matices tradicionales del flamenco.
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Con esa libertad se volvió a hilar con una de las figuras más grandes de la poesía del siglo XX. Sonaron los versos de Pablo Neruda, en su poema 15, originalmente musicalizados por Víctor Jara, pero adaptados y re-armonizados por estos inquietos artistas que se los llevaron al terreno del piano y la guitarra.
El gran puente de este repertorio transatlántico se construyó sobre dos valses peruanos que desembocaron sobre los tanguillos tradicionales gaditanos: Cádiz Corazón de Mar se titulaba el primer vals, compuesto por Pituquete y cantados por una gaditana enamorada de la tierra. El segundo vals fue Nuestro Secreto, de Félix Pasache, que dio lugar a los coloridos tanguillos de Manolo Vargas, que dialogaron en ese puente con Perú que propone nuevos sones y nuevas aguas para el futuro del flamenco.
Para cerrar la noche, no podía faltar la soleá de Cádiz, ciñendo este circulo de viajes y experiencias que terminan siempre volviendo a casa, a la tierra, a las tradiciones del cante que hicieron madurar la largura de esta cantaora fundamental para el cante flamenco de Andalucía y del mundo.
La noche cerró por bulerías, celebrando y recordando a Alfonso de Gaspar, Juan Villar, La Perla de Cádiz y toda la tradición gaditana que nutre ese soniquete especial, entretejido entre el barrio de Santa María, la Plaza San Juan de Dios y los interminables atardeceres caleteros.
Por Agu Gallardo