En los Encuentros Flamencos de Granada sucedieron cosas
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La edición de este año de los Encuentros Flamencos de Granada, además de acoger las propuestas de varios artistas consagrados, realizó sobre todo algo que era necesario en la ciudad andaluza: ser concepto de lanzamiento en buenos escenarios de relevantes artistas granadinos para el futuro, siendo posible en la misma Granada, del 2 al 11 de diciembre.
Dos de la madrugada, fría noche cercana al solsticio de invierno. La luna sobre el Albaicín y la constelación de Orión sobre la Alhambra. En la Peña Flamenca La Platería, bajo la misteriosa bailaora que alza una sonanta hacia las estrellas, y la mirada sonriente de Morente, Tomás García canta sobre los conceptos de Enrique. Pero no canta por Enrique, crea su propio mundo para evolucionar sobre el camino abierto por Enrique, porque él va hacia ese asunto como concepto, no como imitación directa. Del mismo modo que en la danza teatro la mejor forma de evolucionar a partir del camino de Pina Bausch es no imitar sus coreografías, se trata de asimilar la forma de expresar argumentos propios, igual que en la danza española la escuela de Pilar López indica que el camino está en desarrollar asuntos personales, partiendo de unos principios, pero en dirección hacia propios conceptos. En Tomás García se percibe que no está el habitual cantaor que busca solamente sonar bonito, él es más de asuntos argumentales, como Enrique. Su concepto de cantaor va más hacia aquel lado por el que Morente era capaz de perder varios días para subir a tres trenes y dos autobuses, viajando para buscar a un señor en algún pueblo perdido de alguna sierra, porque ese señor se sabía un cante concreto a conocer. Tomás García es un tipo de cantaor que ya hubiera sido adoptado por Pepe el de la Matrona, si estuviera aún vivo. Y ese tipo de cantaores son necesarios, a la vez que muy escasos en la actualidad. Cantaores que saben qué cosas cantan y por qué.
En el mundo real, del que solamente hay uno, suceden cosas. Y es ese mismo mundo real en el que gritar, como hizo el Laboratorio Coreográfico de Flamenco Urbano La Moneta, que diez mil niños desaparecieron en este mismo continente, Europa, hace tan solo unos meses. Los seres humanos, en su mayoría, aunque fue noticia en los medios de comunicación, un minuto después ya estaban centrados en el último peinado de Cristiano Ronaldo, o en el memé gracioso que acababa de llegar por Whatsapp ¡Son diez mil! Son diez mil niños que iban huyendo de una guerra en Siria, por fin alcanzaron Europa después de dejar atrás su vida, sus familias, y en este mismo lugar, Europa, fueron capturados seguramente por redes de prostitución y esclavitud. Niños. Huyendo de una guerra ¡Son diez mil! Y parece que da lo mismo, viviendo los europeos en burbujas virtuales de relativo confort, sucediendo algo tan terrible muy cerca de nuestras existencias. En el momento que salga publicado este texto, en el sector este de la ciudad de Alepo habrá decenas de miles de personas, ciudadanos civiles, intentando salir de una matanza. Sigue sucediendo, a las puertas de Europa, en este preciso instante. Ese es el grito de Fui Piedra, la tremenda narración en la que el flamenco se une a la danza sobre la existencia del butoh, danzar para plantearse conceptos de la existencia humana, espectáculo que llegó al Teatro Isabel La Católica la noche del tres de diciembre. Propuesta imprescindible y necesaria en los escenarios.
En el mismo teatro, cuatro de diciembre, se produjo un relevante concepto morentiano. Olviden casi todo lo que hayan sabido o visto con anterioridad sobre José Enrique Morente, el hijo del grande. Por fin sucedió, José Enrique Morente demostró que puede y debe ser un artista de primera división, a la altura de la difícil circunstancia en la que el destino le ha situado. José Enrique demostró que puede, sabe crear un buen espectáculo, dominar un escenario, controlar los conceptos. Ahora es la industria musical y cultural española quienes deben demostrar saber estar a la altura de la nueva realidad que José Enrique Morente puede ofrecer. Seamos sinceros: durante años le vimos con inseguridades, quizás con miedo teniendo en cuenta cuáles son sus antecedentes familiares. Tenía que ser en Granada donde José Enrique Morente por fin demostrara con rotundidad que sabe y puede ser un artista de primera división. No es un remolque, ni rebañará bruscamente pucheros del pasado, ya no se le puede ver como un chaval que entra en programaciones por ser hijo de Enrique, él es una rotunda realidad artística propia por sí mismo. Esta noche en los Encuentros Flamencos de Granada ha sido el auténtico momento Alfa para un heredero natural y lógico de Omega. Más morentiano acertado José Enrique incluso que su hermana, la gran Estrella. Porque igual que Tomás García, José Enrique ha asimilado que el camino aquel por el que ha preguntado Soleá, porque tendrá de haber un camino, el camino está en evolucionar desde aquello, pero sin entrar en bucles de añoranza imitadora. Hay que intentar evolucionar porque Enrique evolucionó, José Enrique ahora toma el timón morentiano y en Granada ha demostrado que sabe y puede hacerlo. Si continúa siendo así su actitud artística, él provocará buenas sorpresas futuras que la mayoría de seres humanos aún no imaginan. Una razón fundamental para que el concierto fuera grande estuvo en David Carmona, y el realizado es el formato ideal de espectáculo, tal cual, para que en diferentes teatros conozcan el arte de José Enrique Morente como mejor puede ser mostrado.
La elegancia con la que Alba Molina canta las cosas de sus padres Lole y Manuel, esa poética elegancia, volvió a encontrarse de forma emocionante con el difícil sencillo toque esencial de Joselito Acedo. Difícil y sencillo porque no es un toque técnicamente complicado, pero quizás el arte se encuentra en saber provocar el gran suceso en las cosas sencillas, y eso no es fácil. Al día siguiente, martes 6 de diciembre, un buen encuentro de conceptos cantaores. Desde Chiclana, la efectividad escénica de Rancapino Chico con Antonio Higuero, siguiendo Alonso en su línea de ofrecer un cante interesante viajando a su manera, sin intentar parecerse a su padre, el gran Rancapino. Desde la misma ciudad de Granada, el veterano arte de Jaime 'El Parrón' que, aunque si somos honestos reconoceremos con sinceridad que no llegó al escenario con la voz en su sitio, como gran cantaor supo convertir esa necesidad en una virtud, consiguiendo añadir un extra de arte a sus habituales grandes momentos por soleá y seguiriya.
Especial y único era el encuentro del miércoles 7 entre El Pele y La Moneta, garantía de bomba artística, siendo solamente imprevisible cuál sería el gran momento que nos quedaría para siempre en el recuerdo. Resultó ser esa zambra en la que ambos artistas pasearan sobre el escenario, antes de que la noche llevara hacia el Albaicín, primero de los Trasnoches Flamencos, presentando a dos niñas en la mítica Peña La Platería. Primero Estrella de Manuela, Niña de Miguel, que cantando mostró actitud artística interesante. Después, ese momento espectacular del baile de Claudia La Debla, que aquí en AIREFLAMENCO.com ya ha conseguido más de seis millones de reproducciones en solo dos semanas, desde que fuera lanzado desde la redacción temporal en la Corrala de Santiago, con datos estadísticos tan curiosos como las más de medio millón de reproducciones desde el estadounidense estado de California, o que en la ciudad de Nueva York sean más de doscientos mil habitantes quienes ya han visto el vídeo.
De avance lento pero seguro es la evolución cantaora de Gema Caballero, ahijada artística de Carmen Linares. Fue en la noche del jueves 8 cuando resultó evidente, recibiendo ovaciones en el Teatro Isabel La Católica, al igual que la elegancia personal del baile de Cristina Aguilera, y la seguridad escénica que mostró la cantaora Marta La Niña. Al día siguiente llegaría la noche de los cantaores granadinos, con la experiencia de Nene de Santa Fe, la espectacularidad de Pedro El Granaíno, y la que puede ser primera de las grandes noches en teatros de Juan Ángel Tirado ¡y eso que no cantó su increíble seguiriya! Ese cantaor que, de seguir así, conseguirá muy pronto gran popularidad, debido a que casi con total seguridad, puede afirmarse que Juan Ángel Tirado será la voz flamenca revelación de los próximos años.
Igual que el festival se abrió el viernes 2 de diciembre con un concierto de guitarra por Juan Habichuela Nieto, en el Auditorio Manuel de Falla, demostrando Juan junto a su banda que es posible combinar bien un sentido armónico y melódico extraordinario con la aportación de toneladas de soniquete, también con una buena guitarra finalizó el festival en la noche del sábado 10 de diciembre. La excelencia musical de Miguel Ochando, quizás el guitarrista con el sonido más limpio de todo el flamenco, junto a su maravillosa capacidad para la creación e interpretación de acertadas melodías, con amplio sentido flamenco universal. Miguel Ochando estuvo acompañado a la segunda guitarra por un buen alumno suyo, Álvaro Pérez 'Martinete'. Y es importante nombrar a Álvaro, ya que esta reseña debe ser cerrada por una serie de artistas granadinos que representan la base conceptual de esta edición de los Encuentros Flamencos de Granada. Álvaro Pérez 'Martinete', Luis Mariano, Antonio de la Luz, Miguel Cheyenne, Aroa Palomo, Tomás García... Todos ellos cruzándose entre escenarios y noches, siendo habituales más de una vez en los escenarios del festival, ellos son quizás los principales protagonistas conceptuales en esta edición de los Encuentros Flamencos de Granada. Lo son porque al igual que su existencia ha sido esencial en muchos de los espectáculos, en este festival dirigido por Raúl Comba fueron demostración evidente de que la ciudad andaluza tiene grandes artistas que, aunque aún casi anónimos más allá de la ciudad, cualquiera de ellos podría estar entre los principales nombres del flamenco en los próximos años. Por eso, tanto las instituciones públicas granadinas como el público flamenco de la ciudad, en estos momentos, tienen durante los próximos años la obligación de apostar por el desarrollo artístico de esta gran cantera flamenca. Es posible en Granada.
Por Jaci González