La sublime grandeza flamenca de La Lupi con sus conceptos y cosas

La Lupi, flamenco, Cartas a Pastora

La Lupi triunfó en su esperada primera presentación en solitario en Madrid, con el espectáculo Cartas a Pastora, del 19 al 21 de junio en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, dentro de la programación del festival Flamenco Madrid.

Hay algo, pero no diré que eso se llama duende. No me gusta usar la palabra duende, pero no es por el propio concepto duende en sí, es por su habitual uso en vano. Con lo sofisticado que fue Federico para nombrar al duende, y lo bonito que lo hizo, es de ser pretencioso y anclado seguir dando vueltas al duende, el uso de la palabra duende se ha catetizado mucho. Con lo sofisticado que fue Federico. Por eso yo no digo que sea duende, solo digo que hay algo, lo que sucedía cuando cantaba Sinatra, la Holiday formaba la más grande, Chavela echaba sus cosas 'arremetías' o salía Michael Jackson a un escenario, ese punto que provoca una conexión única con el público. Prefiero decir que salen unos seres humanos al escenario creando conceptos por los que suceden cosas. En el baile flamenco pasa, hay decenas de artistas que bailan, pero son muy escasos los que consiguen ese concepto, seres humanos artistas como Farruquito, La Moneta, El Junco o La Lupi.

Cuando La Lupi levanta los brazos y mira al frente mientras un corro le canta unas letritas como por romance con soniquete rondando sonidos lebrijanos, versionando una copla de Rafael de León, aguardando silenciosa y caída en el suelo esa bata de cola en la que están a punto de suceder increíbles universos de incuantificable arte flamenco ilimitado, ese momento, mirada al frente mientras levanta los brazos, ahí es donde el mundo se cae veinte o treinta veces. Es la mejor carta a Pastora de La Lupi, porque consigue construir una dimensión extraordinaria, algo muy difícil de explicar.

Ella aborda la biografía de Pastora Imperio, pero no es una actriz imitando a Pastora, aunque sí se referencia en sus mundos. Lo más grande es que en todo momento ella es La Lupi, siendo un círculo conceptual. Se crea un espacio de intersección Lupi y Pastora, donde siempre ser La Lupi queda en un estrato superior a interpretar acertadamente Pastora. No es La Lupi haciendo de Pastora, es La Lupi interpretando sobre el mundo Pastora.

Ser Pastora Imperio, en su momento, tuvo que ser difícil, una lucha constante con las cosas. Ese retrato impresionante que redacta escenicamente La Lupi sobre la lucha con el tiempo y el destino, ese increíble paso a dos solista seguiriyero con un sombrero 'colorao'. Porque igual que cuando Doña Blanca del Rey baila su Soleá del Mantón es un paso a dos solista, la seguiriya de La Lupi con el sombrero es también un paso a dos solista. Que acertado estuvo el ser humano Ángel Rojas el día que decidió y convenció sobre que ahí tenía que estar esa seguiriya, ese baile de pareja con ese sombrero que simboliza la lucha con los elementos, la lucha con el contrario, la lucha con el tiempo, la lucha consigo misma, la lucha que todo artista flamenco sabe qué supone serlo: una lucha. El mundo y la vida residiendo en ese sombrero que atrapa, ahoga, aprieta, se escapa o resulta imposible echarle al mismo tiempo, te come y te le comes, agobia lo mismo que te da la vida, respirar asfixia y conteniendo el aire se respira, todo lo que son las cosas cuando un ser humano flamenco se adentra en ese típico debate interno consigo mismo entre pasión y lógica, la vida contra la vida, porque es complicado estar constantemente uniendo y separando el arte de la vida con la vida del arte. Suceden esas cosas, a veces ni siquiera es contra o con un ser humano, a veces es un ser humano flamenco contra y con los conceptos de la vida. Que en definitiva, esa es la lucha y cosa de la que menos se ha escrito sobre los seres humanos del flamenco. Pero ahí está, y define mucho la vida de Pastora, aquella que iba por su libre camino en un mundo que en realidad no entraba a compás con el sentimiento y situación de ella con sus conceptos 'reconcentraos' consigo misma. La seguiriya del sombrero es el momento después de las cosas, un epílogo seguiriyero a consecuencia de un prólogo anterior por bamberas, que son unas bamberas también en paso a dos, pero en esta ocasión con un ser humano presente fisicamente, Ángel Rojas representando conceptualmente a Rafael El Gallo, en un momento enamoramiento por bamberas, Rafael El Gallo que luego aparece con asuntos por fandangos. Pero llega un momento que la protagonista termina hasta el fandango de que le interpreten el fandango, rompe con todo, y se escapa del tiempo a compás de tangos. Que aciertos de guión, que cosas, que buena suerte tener a la artista ideal Susana, guiada por el ser humano Rojas perfecto para terminar de encarrilarla en los conceptos a mostrar.

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Se rompió tantas veces la cuarta pared que, al terminar aquello, el público estuvo más de diez minutos gritando cosas a los artistas, ovacionando, aplaudiendo, saliendo rapidamente como un resorte de los cómodos sillones del auditorio para ponerse de pie y aplaudir intensamente, silbidos... Sí, Cartas a Pastora en Flamenco Madrid ha sido seguramente el mejor y más intenso momento flamenco de la temporada en Madrid. Decir eso no es poco, teniendo en cuenta la abundancia de propuestas. Es lo que tiene la sublime grandeza flamenca de La Lupi con sus conceptos y cosas.

Por Jaci González
Fotos Pacolega

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