Rocío Bazán y Virginia Gámez, noche grande malagueña
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Rocío Bazán y Virginia Gámez fueron las protagonistas de Málaga Cantaora, especial noche malagueña en la programación del festival Flamenco Madrid, el pasado jueves 18 de junio en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa.
Esta historia es interesante contarla comenzando por el final: la noche flamenca más malagueña en Madrid finalizó espectacular por caracoles, Rocío y Virginia cantando juntas, con las guitarras de Curro de María y Manuel Herrera.
Virginia Gámez llegó al festival para presentar en Madrid su nuevo álbum Soñé. Un recital sencillo a la vez que convincente, diáfana voz agradable con futuro, con momentos destacables en una elegante milonga, sabiendo ofrecer intensidad a unos cantes por seguiriya, variedad por cantiñas. Virginia Gámez es futuro, y es largura, ella sabe muchas cosas siendo aún joven, y si todavía es joven, más joven era cuando hace 16 años estuvo cuatro horas seguidas para cantar treinta y cinco cantes distintos en el Teatro Alameda de Málaga. A su lado aquella noche malagueña estuvo Curro de María, como también en esta noche en Madrid, Curro con certero toque de polivalente artista, en noche acertada hasta en la ecualización del sonido. Curro es de esos seres humanos que, sin estar en primera línea de popularidad, definen el flamenco actual. Siempre ha sucedido en la historia del flamenco, gente que no está entre los más populares de cara a la galería, pero desde dentro son los responsables de muchas cosas. Curro de María es de esos, y lo hace bien. Existe el Curro guitarrista, igual que el Curro manager, el Curro productor, el Curro promocionero, y hasta el Curro que canta y el Curro que baila.
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Desde su Estepona, llegó Rocío Bazán con una adaptación de su espectáculo Desde el Alma hasta la Boca, acompañada de la guitarra de Manuel Herrera en su mejor momento. Somos muchos los que sabíamos que Manuel llegaría a su momento actual, la evolución desde el guitarrista muy espectacular hacia el tocaor equilibrado, un concepto que ofrece más espacio al cante y al tiempo. Por fin está en ese punto, él sabe y puede, se trataba solo de autosimplificarse. Una circunstancia curiosa, porque siempre hay muchos guitarristas con carencias, guitarristas que "les falta algo", lo suyo hace una década era lo contrario, era más un "le sobra algo", estaba tan pasado y sobrado de técnica y conocimiento, que lo necesario era concretarse. En el momento actual, Manuel Herrera además de ser uno de los nueve o diez mejores para acompañar cantes, entra muy bien en el concepto de Rocío Bazán con su cuidado espectáculo. Una gran luna llena se proyectó en el ciclorama para recibir a una gran seguiriya, malagueña la barca detrás de Rocío y Manuel para una milonga que fue como un marismo, que es como denomina ella al carácter del aire que rodea a su existencia esteponera. Que grande Nelson Doblas con su violín, metiendo ese pizzicato en la milonga, como también bajando con Rocío y Curro los conceptos de verdiales en la sierra hasta los cantes de la costa, que belleza en ese cante de marengos, por jabegote, con letra de Carmen Aguirre, Rocío llevándose a su terreno lo que el Niño las Moras escuchó a los marengos. Las grandezas del flamenco malagueño existen, claro que existen, y hay que contarlas.
Rocío también paseó el escenario por peteneras entre ropa tendida al viento, cuanta belleza en este cante que no da mal fario, simplemente es difícil de interpretar, por eso con la excusa de la mala suerte se intenta evitar. Rocío puede con eso y más, Rocío Bazán merece ser reconocida con mayor amplitud como lo que ya es, una de las más grandes cantaoras del flamenco.
Por Jaci González
Fotos Pacolega